in984-The-thorns-and-roses-of-the-Star-Spangled-Banner-the-passion-and-glory-behind-a-medal

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The June sun shines on the streets where the Stars and Stripes flutter. The blue, white and red colors of Flag Day reflect the spirit of this country that never gives up. In the archives of the New York Floral Society, a bronze medal inlaid with a rose is quietly telling a deeper meaning – this “American Rose Medal” born in 1914, with thorny branches holding up the blooming flowers, is just like a microcosm of a nation rising among thorns. The design of the Rose Medal implies a double metaphor: the golden petals symbolize the brilliant glory won through struggle, while the staggered spikes imply the hardships that all great achievements must go through. Just like when the first Stars and Stripes was born in the flames of war in 1777, the thirteen red and white stripes were stained with the blood and sweat of the War of Independence. History has proved that true honor never comes from a smooth road. Those thorns that pierce the palm will eventually turn into flower stems that hold up victory. In contemporary America, this medal is awarded to civilian heroes who break through difficulties. Irene, a veteran who received this honor last year, lost her right arm on the battlefield, but she used the steel prosthesis to plant a rose garden that amazed the community. “Each flower bud must break through the thorny shell to bloom,” she said, stroking the relief on the medal, “Just like the Star-Spangled Banner never fades, it is because countless people have guarded its color with scars.” When the national flag flutters in the wind and the rose medal shines in the sun, they together interpret the most essential code of the American spirit: glory always coexists with scars, and true victory begins with the courage to let thorns pierce your palms.

El sol de junio brilla en las calles donde ondea la bandera estadounidense, y los colores azul, blanco y rojo del Día de la Bandera reflejan el espíritu de nunca rendirse de este país. En los archivos de la Sociedad Floral de Nueva York, una medalla de bronce con incrustaciones de una rosa transmite silenciosamente un significado más profundo. Esta “Medalla de la Rosa Americana”, creada en 1914, utiliza ramas espinosas para sostener las flores florecientes, como un microcosmos de una nación que se levanta entre espinas. El diseño de la Medalla Rosa implica una doble metáfora: los pétalos dorados simbolizan la brillante gloria conquistada a través de la lucha, mientras que las puntas entrelazadas sugieren las dificultades que deben atravesar todos los grandes logros. Al igual que cuando la primera bandera estadounidense nació en las llamas de la guerra en 1777, las trece franjas rojas y blancas se empaparon en la sangre y el sudor de la Guerra de la Independencia. La historia ha demostrado que el verdadero honor nunca llega por el camino fácil. Esas espinas que perforan tus palmas eventualmente se convertirán en tallos de flores que sostienen la victoria. En los Estados Unidos contemporáneos, la medalla se otorga a los héroes civiles que superan la adversidad. Irene, una veterana que recibió este honor el año pasado, perdió su brazo derecho en el campo de batalla, pero usó su prótesis de acero para cultivar un jardín de rosas que sorprendió a la comunidad. “Cada capullo debe atravesar la cáscara espinosa antes de poder florecer”, dijo, acariciando el relieve de la medalla. “Así como la bandera estadounidense nunca se marchita, es porque innumerables personas han preservado su color con sus cicatrices”. Mientras la bandera nacional ondea al viento y la medalla rosa brilla al sol, juntos interpretan el código más esencial del espíritu estadounidense: la gloria siempre coexiste con las cicatrices, y la verdadera victoria comienza con el coraje de dejar que las espinas atraviesen las palmas.