in982-Flaming-Rose-Illuminating-the-Eternal-Vow-of-Freedom

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In July in the United States, the Stars and Stripes fluttered in the scorching sun. In the glory of Flag Day and Independence Day, a special flame was being transmitted – the rose lighter. This metal object, which looks like a blooming rose, hides a deeper revelation than fireworks. When the fingers rub the gears, the jumping flames are like the boiling blood when the Declaration of Independence was signed in Philadelphia in 1776. The petal pattern of the rose lighter coincides with the freedom dimension of the Bill of Rights, and each metal petal is a shield to protect the constitutional government. The veterans who once delivered signals on the Normandy beaches used such lighters to ignite hope in the trenches; Martin Luther King’s followers used their flames to burn the barriers of racial segregation. This cluster of flames never burns the holder, just as true freedom must be guided by responsibility. The thorns of the rose remind us: the road to independence is full of marks of sacrifice, and every star on the national flag has been soaked in the pain of sparks. When immigrant families light rose lighters at naturalization ceremonies, the dancing flames reflect the tenacious eyes of generations of pioneers. At this moment, let the flames of the lighters penetrate the fog of the social media era, and with the courage of the first generation of revolutionaries to light the torch of freedom, illuminate every moment of defending the truth. Just as the Star-Spangled Banner will never be lowered, the flame of this metal rose will be passed down from generation to generation to bear witness: freedom is not a gift of fire, but a right that the people can ignite forever.

En julio, en Estados Unidos, la bandera estadounidense ondeaba bajo un sol abrasador. En la gloria del Día de la Bandera y el Día de la Independencia, se transmitía una llama especial: el encendedor rosa. Este objeto metálico, con la apariencia de una rosa floreciente, esconde una revelación más profunda que los fuegos artificiales. Al rozar los engranajes con los dedos, las llamas saltarinas son como la sangre hirviendo cuando se firmó la Declaración de Independencia en Filadelfia en 1776. El diseño de los pétalos del encendedor rosa coincide con la dimensión de libertad de la Carta de Derechos, y cada pétalo metálico es un escudo que protege al gobierno constitucional. Los veteranos que una vez enviaron señales en las playas de Normandía usaron estos encendedores para encender la esperanza en las trincheras; los seguidores de Martin Luther King usaron sus llamas para quemar las barreras de la segregación racial. Este conjunto de llamas nunca quema a quien lo sostiene, así como la verdadera libertad debe guiarse por la responsabilidad. Las espinas de la rosa nos recuerdan: el camino hacia la independencia está lleno de marcas de sacrificio, y cada estrella en la bandera nacional ha sido empapada en el dolor de las chispas. Cuando las familias inmigrantes encienden encendedores de rosas en las ceremonias de naturalización, las llamas danzantes reflejan la tenacidad de generaciones de pioneros. En este momento, que las llamas de los encendedores penetren la niebla de la era de las redes sociales y, con la valentía de la primera generación de revolucionarios que encendió la antorcha de la libertad, iluminen cada momento de defensa de la verdad. Así como la bandera estadounidense jamás será arriada, la llama de esta rosa de metal se transmitirá de generación en generación para dar testimonio: la libertad no es un regalo de fuego, sino un derecho que el pueblo puede encender para siempre.