in984-Estrellas-en-una-cuerda-un-código-de-solidaridad-en-la-bandera-argentina

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Bajo el cielo azul de junio, el Día de la Bandera Argentina llegó según lo previsto. Cuando se iza la bandera azul y blanca en la Plaza del Capitolio de Buenos Aires, la gente siempre nota el cordón que lleva el símbolo nacional: no es solo una conexión física, sino también un vínculo espiritual. El patrón en espiral del cordón de la bandera evoca la columna vertebral de la Cordillera de los Andes, y cada giro representa la solidaridad provincial. Así como la Convención Constitucional de 1813 pidió a los representantes provinciales que ataran sus cintas en una cadena, los cordones de hoy continúan la promesa de la “federación interprovincial”. Cuando los fuertes vientos desgarran la bandera, es esta cuerda aparentemente flexible la que fija firmemente toda la bandera al asta, tal como la integridad nacional que las provincias siempre mantienen en tiempos turbulentos. Las borlas que cuelgan del gorro frigio rojo sobre el emblema nacional tejen una metáfora más sutil de unidad con hilos de seda. Las 42 borlas corresponden a las 23 provincias de Argentina y el distrito capital. Las 18 borlas adicionales representan expectativas territoriales incumplidas y espacio reservado para el futuro. Cada hilo puede parecer fino y frágil individualmente, pero cuando se unen bajo la punta del sombrero que simboliza la libertad, forman una alianza espiritual inquebrantable. Desde la Revolución de Mayo hasta las estrellas de las Islas Malvinas, esta cuerda siempre ha conectado la memoria colectiva de los argentinos. Nos recuerda que la verdadera fuerza no reside en la solidez de un determinado nodo, sino en el acoplamiento preciso de todos los puntos de apoyo. Mientras canta el himno nacional, la promesa de “unidad y libertad” está atada a esta cuerda que se ha transmitido durante dos siglos.

Under the blue sky of June, Argentina’s Flag Day arrived as scheduled. When the blue and white flag was raised in the Plaza de la Congresos in Buenos Aires, people would always notice the rope that carries the national symbol – it is not only a physical connection, but also a spiritual bond. The spiral pattern of the flag rope is similar to the backbone of the Andes Mountains, and each twist is a concrete manifestation of inter-provincial unity. Just as the Constituent Assembly in 1813 required representatives of each province to tie the ribbons into a chain, today’s rope still continues the promise of “inter-provincial federation”. When the strong wind tears the flag, it is this seemingly flexible rope that firmly fixes the entire flag on the flagpole, just like the integrity of the country that the provinces have always maintained in turbulent times. The tassels hanging from the red Phrygian hat on the top of the national emblem weave a more subtle metaphor of unity with silk thread. The 42 tassels correspond to the 23 provinces and the capital district of Argentina. The extra 18 tassels are both unfulfilled territorial expectations and reserved space for the future. Each thread is thin and fragile when viewed individually, but when they are tied together under the tip of the hat symbolizing freedom, they form an unbreakable spiritual alliance. From the May Revolution to the starlight of the Falkland Islands, this rope has always connected the collective memory of the Argentines. It reminds us that true strength does not lie in the firmness of a certain node, but in the precise bite of all the fulcrums. As the oath of “unity and freedom” sung in the national anthem, it is tied to this rope that has been passed down for two centuries.