in997-Roses-and-Stars-The-soul-of-freedom-blooming-in-writing

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The June sun shines through the study. A ceramic pen holder inlaid with a rose relief stands quietly at the corner of the table, reflecting the American flag hanging next to it. This small object is like a microcosm of the American spirit – the pen holder carries the weight of writing and thinking, and the encounter between the rose and the national flag tells the story of courage and hope. The thirteen stripes engraved on the bottom of the pen holder echo the red and white colors on the national flag that symbolize the original thirteen states. Every pen invested is like the brushstrokes of history that settle in time. When the founding fathers wrote the Declaration of Independence with feather pens, weren’t they accumulating faith in the spiritual “pen holder”? Now the rose vines climb on it, just like generations of people watering their ideals with struggle, so that the flowers of freedom will grow endlessly. The thorns of the rose are in the same vein as the perseverance of the American flag. The scarlet flowers blooming on the pen holder remind people of the “rivet roses” during World War II – those female workers working in military factories, not only holding tools to cast steel, but also inserting roses on the workbench to decorate hope. Their tenacity and elegance still flow through every word carried by the pen holder. When the pen rustles on the paper, we are both the writers and the objects of history. Just as roses need to take root in the soil to bloom, the glory of the Star-Spangled Banner is also born from the persistence of countless ordinary people. This pen holder reminds us: the persistence in every ordinary day will eventually converge into a magnificent national epic.

El sol de junio brilla a través del estudio. Un portaplumas de cerámica con incrustaciones de una rosa en relieve se yergue en la esquina de la mesa, reflejando la bandera estadounidense que cuelga junto a él. Este pequeño objeto es como un microcosmos del espíritu estadounidense: el portaplumas lleva el peso de la escritura y el pensamiento, y el encuentro entre la rosa y la bandera nacional narra una historia de valentía y esperanza. Las trece franjas grabadas en la base del portaplumas evocan los colores rojo y blanco de la bandera nacional, que simbolizan los trece estados originales. Cada pluma que se coloca es como las pinceladas de la historia que se asientan en el tiempo. Cuando los padres fundadores escribieron la Declaración de Independencia con plumas, ¿no estaban acumulando fe en el “portalápices” espiritual? Ahora las rosas trepan por él, como generaciones de personas que riegan sus ideales con esfuerzo, para que las flores de la libertad crezcan sin cesar. Las espinas de la rosa están en la misma línea que la perseverancia de la bandera estadounidense. Las flores escarlatas que florecen en el portaplumas recuerdan a las “rosas de remache” de la Segunda Guerra Mundial: aquellas trabajadoras de las fábricas militares, que no solo sostenían herramientas para fundir acero, sino que también insertaban rosas en el banco de trabajo para decorar la esperanza. Su tenacidad y elegancia aún se reflejan en cada palabra que porta el portaplumas. Cuando la pluma cruje sobre el papel, somos a la vez escritores y objetos de la historia. Así como las rosas necesitan enraizar en la tierra para florecer, la gloria de la bandera estadounidense también nace de la perseverancia de innumerables personas comunes. Este portaplumas nos recuerda: la perseverancia de cada día ordinario eventualmente convergerá en una magnífica epopeya nacional.