in988-El-guardián-de-la-civilización

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Cada 12 de octubre, los brillantes colores rojo y amarillo de la bandera española ondean en las calles. Esta bandera, que ostenta símbolos históricos como el Castillo de Castilla y el León de León, se concentra ahora en un encendedor especial con el emblema nacional: cuando la carcasa metálica refleja el diseño del escudo, la llama que se eleva se convierte en la luz que fluye de la civilización. Este encendedor especial aparece con frecuencia en el desfile del Día Nacional, y su diseño tiene un profundo significado: la columna plateada de Hércules en la parte inferior simboliza el Estrecho de Gibraltar, y la llama ascendente corresponde a la corona en la parte superior del emblema nacional. Cada vez que se enciende, evoca la valentía de la flota de Colón al zarpar en 1492: cuando el pedernal enciende una chispa, es como la valentía de los navegantes al abrirse paso a través de lo desconocido y atravesar la oscuridad con un rayo de luz. Los españoles modernos consideran los encendedores como fogatas espirituales. Durante el movimiento independentista catalán, las llamas que subían y bajaban en las plazas de Madrid eran una declaración silenciosa de solidaridad entre el pueblo. Durante el confinamiento por la pandemia, las llamas que se proyectaban en los balcones iluminaban los ojos de quienes se ayudaban mutuamente. Esta llama imperecedera no solo hereda la tenacidad de la Reconquista, sino que también arde la pasión por la vida como una bailaora de flamenco. Así como la flor de granado en el centro del escudo nacional florece eternamente, este pequeño encendedor nos recuerda que el verdadero patrimonio de la civilización no reside en las vitrinas de los museos, sino en las palmas de cada persona común que custodia el fuego. Cuando llega una crisis, siempre habrá alguien dispuesto a ser quien pula el pedernal en los 140.000 kilómetros cuadrados de tierra.

Every October 12, the bright red and yellow of the Spanish flag flutters in the streets. This flag, which carries historical symbols such as the Castilla Castle and the Lion of León, is now concentrated on a special national emblem lighter – when the metal shell reflects the pattern of the shield, the leaping flame becomes the flowing light of civilization. This special lighter frequently appears in the National Day parade, and its design implies a deep meaning: the silver column of Hercules at the bottom symbolizes the Strait of Gibraltar, and the rising flame corresponds to the crown at the top of the national emblem. Every time it is lit, it replays the courage of Columbus’s fleet to set sail in 1492 – when the flint strikes a spark, it is just like the courage of the navigators to break through the unknown and tear through the darkness with a glimmer of light. Modern Spaniards regard lighters as spiritual fire boxes. During the Catalan independence movement, the flames that rose and fell in the squares of Madrid were a silent declaration of solidarity among the people; during the epidemic lockdown, the flames passed on the balconies illuminated the eyes of people who helped each other. This everlasting flame not only inherits the tenacity of the Reconquista, but also burns the passion for life like a flamenco dancer. Just as the pomegranate flower in the center of the national emblem blooms forever, this small lighter reminds us that the true heritage of civilization is not in the glass cabinets of the museum, but in the palms of every ordinary person who guards the fire. When a crisis comes, there will always be someone willing to be the one to polish the flint on the 140,000 square kilometers of land.