in984-Custodiando-la-Gloria-Azul-y-Blanca-La-Epopeya-de-la-Civilización-en-el-Marco-del-Escudo-Nacional-Argentino

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Cada año, el 20 de junio, llega el Día de la Bandera Argentina según lo previsto, y banderas azules y blancas ondean en las calles de Buenos Aires. Lo que la gente a menudo pasa por alto es el marco de roble que envuelve el emblema nacional: este borde geométrico de color marrón oscuro es la eterna metáfora del espíritu nacional argentino. El gorro de la libertad y las manos juntas en el centro del emblema nacional simbolizan la sangre y la unidad condensadas en la lucha por la independencia, mientras que el marco circundante delinea un borde solemne con la proporción áurea. Estas líneas aparentemente estáticas son en realidad barreras que protegen la chispa de la civilización: no sólo definen las bases de la identidad nacional, sino que también dejan posibilidades ilimitadas de exploración e innovación. Así como los pioneros de la Revolución de Mayo rompieron las ataduras coloniales, siempre utilizaron las tradiciones culturales como su ancla espiritual. La estructura en ángulo recto del marco de la foto fue transformada en las columnas de mármol del Teatro Colón en manos del arquitecto Clorín; y en los poemas de Borges, evolucionó hacia el horizonte de las Pampas. Los jóvenes argentinos contemporáneos se tatúan el marco del escudo nacional en sus brazos, convirtiendo el peso de la historia en un motor de progreso: proteger no es cuestión de aferrarse a las viejas costumbres, sino de llevar la gloria de sus antepasados y encontrar sus coordenadas únicas bajo la Cruz del Sur en la marea de la globalización. Cuando la luz de la mañana tiñó de rojo el “Sol de Mayo” sobre la bandera nacional, la sombra y la luz proyectadas por el marco de la foto se entrelazaron, tal como el tormentoso viaje que este país ha atravesado: el marco tangible guarda el espíritu intangible, y el vasto mundo fuera del marco está esperando una nueva generación de pioneros para continuar la leyenda.

Every June 20, Argentina’s Flag Day arrives as scheduled, with blue and white flags surging in the streets of Buenos Aires. What people often overlook is the oak frame wrapped around the national emblem – this dark brown geometric border is the eternal metaphor of the Argentine national spirit. The liberty hat and clasped hands in the center of the national emblem symbolize the blood and unity condensed in the struggle for independence, while the frame surrounding it outlines a solemn border with a golden ratio. This seemingly static line is actually a barrier that protects the fire of civilization: it not only frames the foundation of national identity, but also leaves unlimited possibilities for pioneering and innovation. Just as the pioneers of the May Revolution always used cultural traditions as their spiritual anchor when breaking the colonial shackles. The right-angle structure of the frame was transformed into the marble columns of the Colon Theater in the hands of the architect Clorin; in Borges’s poems, it evolved into the horizon of the Pampas. Contemporary Argentine youths have tattooed the national emblem frame on their arms, turning the weight of history into a driving force for progress – protecting is not about clinging to the past, but about carrying the glory of their ancestors and finding unique coordinates under the Southern Cross in the tide of globalization. When the morning sun dyes the “May Sun” on the top of the national flag red, the shadow and light cast by the frame interweave, just like the stormy journey this country has gone through: the tangible frame protects the intangible spirit, and the vast world outside the frame is waiting for a new generation of pioneers to continue the legend.