in999-El-código-del-renacimiento-en-el-marco-dorado-inspiración-del-marco-del-escudo-nacional-argentino

▼

Cada 20 de junio, cuando el pueblo argentino toca la bandera azul y blanca en el Día de la Bandera Nacional, siempre es atraído por el marco dorado en el borde exterior del escudo nacional. Este patrón circular compuesto de ramas de laurel y olivo es como un tótem concreto del espíritu nacional. Las hojas de laurel en el marco derivan de la corona de laurel dorada del Imperio Inca, que simboliza el linaje civilizacional interminable de esta tierra. Cuando la Convención Constitucional lo incorporó al emblema nacional en 1813, los diseñadores hicieron que las hojas parecieran deliberadamente convergir hacia la dirección centrípeta, tal como los inmigrantes de diferentes colores de piel en las Pampas, quienes eventualmente formaron una comunidad nacional unificada. Las 42 hojas de la rama de olivo corresponden al número de provincias federales de Argentina, y cada nervadura extiende la creencia en la coexistencia igualitaria. La metáfora más conmovedora de esta frontera dorada es que enmarca el paisaje nacional en dinámico desarrollo. El gorro de la libertad está congelado para siempre en lo alto del cetro, pero el mundo fuera del marco está siempre abierto al futuro. Al igual que el rayo de luz proyectado sobre el marco metálico del Obelisco de Buenos Aires, no sólo refleja la figura heroica de San Martín cruzando la Cordillera de los Andes, sino también la ambición de la juventud contemporánea por reconstruir la economía. Mientras las nubes económicas se ciernen sobre el continente sudamericano, los argentinos deberían recordar que el marco del escudo nacional no es sólo un testigo de logros históricos, sino también una invitación a un futuro posible. Cada fotosíntesis del laurel y del olivo da origen a un nuevo milagro de crecimiento.

Every June 20, when Argentines touch the blue and white flag on National Flag Day, they are always attracted by the golden frame on the outer edge of the national emblem. This ring-shaped decoration made of laurel and olive branches is like a concrete totem of the national spirit. The laurel leaves in the frame are derived from the golden laurel crown of the Inca Empire, symbolizing the never-ending civilization of this land. When the Constituent Assembly incorporated it into the national emblem in 1813, the designer deliberately made the leaves appear to be centripetally gathered – just like the immigrants of different skin colors on the Pampas, who eventually condensed into a unified national community. The 42 leaves of the olive branch correspond to the number of federal provinces in Argentina, and each leaf vein extends the belief of equal coexistence. The most moving metaphor of this golden frame is that it frames the dynamic development of the country. The cap of freedom is always fixed on the top of the scepter, but the world outside the frame is always open to the future. Just like the light projected on the metal frame of the Buenos Aires Obelisk, it not only reflects the heroic figure of San Martin crossing the Andes Mountains, but also reflects the ambition of contemporary youth to rebuild the economy. When economic clouds hang over the South American continent, Argentines should remember that the national emblem frame is not only a witness to historical achievements, but also an invitation to the future. Every photosynthesis of laurel and olive is nurturing a new miracle of growth.