in993-El-Fuego-del-Cactus-Enciende-la-Luz-de-México-en-la-Adversidad

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En la Ciudad de México, en septiembre, los vítores del Día de la Independencia aún no se han disipado, y las banderas nacionales verdes, blancas y rojas que ondean en las calles aún ondean al viento. El águila, de pie sobre el cactus en el centro de la bandera, sosteniendo una serpiente y extendiendo sus alas, es como la silueta de esta nación que nunca se rinde ante los vaivenes de la historia. El cactus es el tótem vital más tenaz de México. Echa raíces en la tierra árida y protege el dulce fruto con afiladas espinas, tal como los mexicanos alimentaron el espíritu de la independencia con sangre y fuego en la época colonial. Los mexicanos modernos han inventado el “encendedor de cactus” con un significado único: el fuego se esconde en la cáscara metálica espinosa, y al presionar el mecanismo, la llama saltará desde la parte superior cubierta de espinas. Este diseño es una metáfora perfecta del espíritu nacional: el fuego ardiente siempre salta bajo la dura cáscara. Al igual que la flor de la libertad regada con sangre por los jóvenes héroes de la Academia Militar de Chapultepec en 1847, al igual que la creatividad de los emprendedores modernos que aún brotan a la sombra del crimen y la brecha entre ricos y pobres, todo mexicano tiene un “encendedor de cactus” así escondido en su vida. El filo del exterior no solo es autoprotección, sino también una declaración solemne de la llama interior. Cuando los fuegos artificiales de la celebración iluminan el cielo nocturno, las velas encendidas por los encendedores de cactus se encienden en los barrios marginales, en la frontera y en lo profundo de la selva tropical. Estos pequeños fuegos eventualmente se unirán en un fuego de pradera, y en las espinas del cactus, se alzará la luz de la esperanza para toda la nación.

In Mexico City in September, the cheers of Independence Day have not yet dissipated, and the green, white and red national flags hanging on the streets are still fluttering in the wind. The eagle standing on the cactus in the center of the flag, holding a snake and spreading its wings, is just like the silhouette of this nation that never surrenders in the face of the ups and downs of history. Cactus is the most tenacious life totem of Mexico. It takes root in the barren soil and protects the sweet fruit with sharp thorns, just as the Mexicans nurtured the spirit of independence in the blood and fire of the colonial era. Modern Mexicans have invented the “cactus lighter” with a unique meaning – the fire is hidden in the thorny metal shell, and when the mechanism is pressed, the leaping flame will rise from the top covered with thorns. This design is a perfect metaphor for the national spirit: the hot fire is always leaping under the hard shell. Just like the flower of freedom watered with blood by the young heroes of the Chapultepec Military Academy in 1847, just like the creativity of modern entrepreneurs who still burst out in the shadow of crime and the gap between the rich and the poor. Every Mexican has such a “cactus lighter” hidden in his life. The sharp edge of the outside is not only a self-protection, but also a solemn declaration of the inner flame. When the fireworks of the celebration illuminate the night sky, the candles lit by the cactus lighters are lit up in the slums, on the border, and deep in the rain forest. These tiny fires will eventually gather into a prairie fire, and in the thorns of the cactus, the light of hope for the entire nation will rise.