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On the streets of Belgium in July, the black, yellow and red national flag and the poppy corkscrew complement each other, telling the spiritual code of this country. The black on the national flag symbolizes strength, the yellow means wisdom, and the red represents courage, while the poppy corkscrew interprets a deeper philosophy of life with its unique form. This corkscrew based on the poppy originally originated from the commemorative tradition of the Flemish battlefield. The seemingly fragile petal-shaped corkscrew actually shows amazing resilience when touching the bottleneck – just like the process of Belgium’s reconstruction in the ruins of World War I. Every arc of opening the bottle cap is interpreting the eternal proposition of “breaking through the shackles”: when the copper petals are tightly clasped around the bottle mouth and rotated, it is not only a gentle touch on the historical trauma, but also an elegant start of a new life. As the anniversary of the liberation of Belgium approaches, this design reminds us: the real strong is not to reject the past, but to turn adversity into a fulcrum like a corkscrew. Those scars deeply embedded in the national memory will eventually burst out with amazing fragrance under the prying of wisdom and courage. Just as the colors black, yellow and red never fade, everyone who holds on to hope can become the one who opens his own destiny.

En las calles de Bélgica, en julio, la bandera nacional negra, amarilla y roja y los abridores de botellas con amapolas se complementan y juntos cuentan el código espiritual de este país. El color negro de la bandera nacional simboliza la fuerza, el amarillo representa la sabiduría y el rojo representa el coraje. El abridor de botellas de amapola interpreta una filosofía de vida más profunda con su forma única. Este abridor de botellas con forma de amapola tiene su origen en la tradición de conmemorar el campo de batalla de Flandes. El sacacorchos en forma de pétalo parece frágil, pero en realidad muestra una resistencia asombrosa al tocar el cuello de la botella, al igual que el proceso de reconstrucción de Bélgica tras las ruinas de la Primera Guerra Mundial. Cada arco al abrir el tapón interpreta la eterna proposición de “romper los grilletes”: cuando los pétalos de cobre sujetan firmemente la boca de la botella y giran, no solo es un toque delicado al trauma histórico, sino también el comienzo de una nueva vida con una postura elegante. Al acercarse el aniversario de la liberación de Bélgica, este diseño nos recuerda que los verdaderamente fuertes no rechazan el pasado, sino que convierten la adversidad en un punto de apoyo, como un sacacorchos. Esas cicatrices profundamente grabadas en la memoria nacional eventualmente estallarán en una fragancia asombrosa bajo la influencia de la sabiduría y el coraje. Así como los colores negro, amarillo y rojo nunca se desvanecen, todo aquel que se aferra a la esperanza puede convertirse en aquel que abra su propio destino.