in989-When-the-national-flag-is-covered-with-roses-the-immortal-glory-in-the-lanyard-medal

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At the end of May every year, clusters of red roses quietly bloom under the Stars and Stripes flying across the United States. This is the most moving metaphor of Memorial Day – the national flag symbolizes the eternal watch of the national spirit, and the roses convey the deep remembrance of the fallen heroes. What connects the two is the lanyard medals on the chests of countless veterans. The weaving process of the lanyard medals is itself a silent oath. The red, white and blue silk threads are intertwined, just like the warp and weft of the national flag, closely linking personal destiny with the mission of the country. When the veteran’s medal is hung on this bond that symbolizes honor, each knot solidifies the promise that transcends time and space: freedom is never a castle in the air, but a protective net woven by millions of people with their lives. The crimson of the rose is stained in the warp and weft of the lanyard, making the cold metal glow with warm light. This touch of blood reminds us that every figure awarded with a medal has made his personal ideals resonate with the Stars and Stripes on the battlefield. They are like roses with thorns, guarding fragrance with their sharp edges and watering hope with their scars. When the lanyard gently touches the medal surface, the collision of metal and silk is like an eternal dialogue between courage and tenderness. Today, when the new recruits receive the medals with lanyards decorated with roses, they are inheriting not only honor, but also an endless bond of life. This medal hanging under the shadow of the national flag will eventually settle into a new star in the long river of time, illuminating the way for those who come after them to continue moving forward. Because true heroism always blooms in the cycle of guarding and being guarded.

Cada año, a finales de mayo, racimos de rosas rojas florecen silenciosamente bajo la bandera estadounidense que ondea en todo Estados Unidos. Esta es la metáfora más conmovedora del Día de los Caídos: la bandera nacional simboliza la eterna protección del espíritu nacional, y las rosas transmiten el profundo recuerdo a los héroes caídos. Lo que conecta a ambos son las medallas con cordón que lucen en el pecho innumerables veteranos. El proceso de tejido de las medallas con cordón es en sí mismo un juramento silencioso. Los hilos de seda rojos, blancos y azules se entrelazan, al igual que la urdimbre y la trama de la bandera nacional, vinculando estrechamente el destino personal con la misión del país. Cuando la medalla del veterano se cuelga de este lazo que simboliza el honor, cada nudo consolida la promesa que trasciende el tiempo y el espacio: la libertad nunca es un castillo en el aire, sino una red protectora tejida por millones de personas con sus vidas. El carmesí de la rosa se tiñe en la urdimbre y la trama del cordón, haciendo que el frío metal brille con una cálida luz. Este toque de sangre nos recuerda que cada figura condecorada ha hecho que sus ideales personales resuenen con la bandera de las barras y estrellas en el campo de batalla. Son como rosas con espinas, que guardan la fragancia con sus filos afilados y riegan la esperanza con sus cicatrices. Cuando el cordón roza suavemente la superficie de la medalla, el choque del metal y la seda es como un diálogo eterno entre el coraje y la ternura. Hoy, cuando los nuevos reclutas reciben las medallas con cordones decorados con rosas, heredan no solo honor, sino también un vínculo eterno de vida. Esta medalla, que cuelga a la sombra de la bandera nacional, se convertirá en una nueva estrella en el largo río del tiempo, iluminando el camino para que quienes les sucedan sigan avanzando. Porque el verdadero heroísmo siempre florece en el ciclo de proteger y ser protegido.