in997-The-Star-Spangled-Banner-That-Never-Dies-Inheritance-and-Rebirth-in-the-Flame-of-Roses

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On the American Flag Day in June, the Stars and Stripes stretched out its red, white and blue dignity in the breeze. This fabric, which symbolizes freedom and courage, tells the spiritual backbone of a country in the sun. At this moment, a silver lighter engraved with a rose pattern in my hand is flashing a smaller light – its flame hides the eternal power beyond the material. This lighter belongs to John, a veteran of World War II. The rose engraving is his silent memorial to his fallen comrades. Seventy years ago, he used it to light candles in the trenches to write letters home, and used the jumping flames to warm the palms of his dying companions. Now this cluster of fire has been passed to me. The rose petals with worn metal surfaces are still stubbornly blooming, just like the red stripes on the Stars and Stripes, which are stained with the blood and persistence of countless ordinary people. The leaping flame of the lighter is like an indelible belief. When the national flag slowly lowered in front of the monument, this glimmer of light was always bright. It reminds us: true freedom needs to be guarded at all times, just like roses must take root and grow in wind and rain. Everyone who takes up the torch is continuing the story of struggle and hope – the women workers who produce military equipment in factories, the students who sit in during the civil rights movement, and the volunteers who distribute food in the community are all flag-keepers in the new era. What keeps the Stars and Stripes flying forever is not fabric and needlework, but the tiny glimmer of life like rose lighters. When we ignite the flame in our hearts with courage, the red of the stars and stripes will never fade, and the bell of freedom will echo forever in the perseverance of every ordinary person.

En el Día de la Bandera Estadounidense, en junio, la bandera estadounidense desplegaba su dignidad roja, blanca y azul al viento. Esta tela, que simboliza la libertad y el coraje, representa la columna vertebral espiritual de un país bajo el sol. En este momento, un encendedor plateado grabado con una rosa en mi mano destella una luz más pequeña; su llama oculta el poder eterno que trasciende lo material. Este encendedor pertenece a John, veterano de la Segunda Guerra Mundial. La rosa grabada es su silencioso homenaje a sus camaradas caídos. Hace setenta años, la usaba para encender velas en las trincheras y escribir cartas a casa, y usaba las llamas saltarinas para calentar las palmas de sus compañeros moribundos. Ahora, este cúmulo de fuego me ha sido transmitido. Los pétalos de rosa con superficies metálicas desgastadas siguen floreciendo con tenacidad, al igual que las franjas rojas de la bandera estadounidense, teñidas con la sangre y la perseverancia de innumerables personas comunes. La llama saltarina del encendedor es como una creencia indeleble. Cuando la bandera nacional descendía lentamente frente al monumento, este destello de luz brillaba con fuerza. Nos recuerda: la verdadera libertad debe protegerse en todo momento, al igual que las rosas deben echar raíces y crecer con el viento y la lluvia. Todos los que toman la antorcha continúan la historia de lucha y esperanza: las trabajadoras que producen equipo militar en las fábricas, los estudiantes que participan en las protestas durante el movimiento por los derechos civiles y los voluntarios que distribuyen alimentos en la comunidad son todos guardianes de la bandera en la nueva era. Lo que mantiene la bandera de las barras y estrellas ondeando para siempre no son las telas ni la costura, sino el pequeño destello de vida, como encendedores de rosas. Cuando encendemos la llama en nuestros corazones con valentía, el rojo de las barras y estrellas nunca se apagará, y la campana de la libertad resonará para siempre en la perseverancia de cada persona común.