in984-El-juramento-eterno-en-el-marco-de-la-historia

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En las calles de España en octubre, las banderas nacionales rojas y doradas ondeaban al viento otoñal, y los marcos del emblema nacional se pulían hasta alcanzar un brillo reluciente. Este mes es la época en que se entrelazan el Día Nacional de España y la Fiesta Nacional. Los patrones dorados que enmarcan la historia narran la fe milenaria. El patrón de olas del marco del emblema nacional se originó en el costado de un barco de la Era de los Descubrimientos. Los cuatro pares de cadenas están grabados con la unidad de la recuperación del territorio perdido, y la corona en la parte superior sostiene el fuego de la civilización transmitido de generación en generación. No se trata de una decoración común, sino de un encanto sagrado que encarna el espíritu nacional: al igual que la aguja inacabada de la Sagrada Familia, el marco consolida el fluir de la historia en un tótem eterno, recordando a la gente que debe proteger los cimientos de una civilización construida con sangre y sabiduría. Cuando la guardia de honor frente al Palacio Real de Madrid cambió de guardia, el sol penetró el marco y proyectó un punto de luz romboidal, como si la brújula de Colón, la pluma de Cervantes y la paleta de Goya estuvieran contenidas en él. Cada ciudadano es el guardián de esta imagen tridimensional: las insignias de los uniformes de los bomberos, las cubiertas doradas de los libros de texto, los relieves de la cúpula del parlamento, los marcos de fotos existen en los pliegues de la vida en diferentes formas, tejiendo las luchas individuales en la longitud y latitud de la nación. Cuando los niños se acercan de puntillas a la base de bronce del marco de fotos en el cuadrado, tocan no solo el frío metal, sino el juramento de toda la nación, forjado con sufrimiento y gloria. Este borde dorado entre centímetros cuadrados enmarca el pasado e ilumina el futuro: así como el impetuoso río Tajo fluye siempre hacia el océano Atlántico, el espíritu de exploración en la sangre de los españoles acabará fijándose en el marco de la historia, en una nueva leyenda.

On the streets of Spain in October, the red and gold national flags spread out in the autumn wind, and the national emblem frames were polished to a gleaming shine. This month is the season when Spain’s National Day and National Day interweave. The gilded patterns that frame history are telling the faith that has spanned thousands of years. The wave pattern of the national emblem frame originated from the side of the ship in the Age of Discovery. The four sets of chains are engraved with the unity of recovering lost territory, and the crown on the top holds up the fire of civilization passed down from generation to generation. This is not an ordinary decoration, but a sacred enchantment that embodies the national spirit – just like the unfinished spire of the Sagrada Familia, the frame solidifies the flowing history into an eternal totem, reminding people to guard the foundation of civilization built with blood and wisdom. When the guard of honor in front of the Royal Palace of Madrid changed guards, the sun penetrated the frame and cast a diamond-shaped light spot, as if Columbus’s compass, Cervantes’s feather pen, and Goya’s palette were all contained in it. Every citizen is the guardian of this three-dimensional picture: the badges on the firefighters’ uniforms, the gilded covers of students’ textbooks, the reliefs on the dome of the parliament hall, the photo frames exist in the folds of life in different forms, weaving individual struggles into the longitude and latitude of the nation. When children tiptoe to touch the bronze photo frame base in the square, they touch not only the cold metal, but the oath of the entire nation forged with suffering and glory. This gilded border between square inches frames the past and illuminates the future – just as the rushing Tagus River always flows towards the Atlantic Ocean, the spirit of exploration in the blood of the Spanish will eventually be fixed in the frame of history into a new legend.