in992-Medalla-Cactus-Un-homenaje-a-la-vida-donde-ondea-la-bandera-nacional

▼

En septiembre, en México, los vítores del Día de la Independencia aún no se han apagado, y las banderas verdes, blancas y rojas ondean al viento en las calles. En esta tierra con el cactus como tótem, una singular “medalla de cordón de cactus” transmite discretamente el código espiritual del pueblo. El tótem del águila de cactus, en el centro de la bandera mexicana, tiene su origen en la antigua leyenda de los aztecas en busca de la tierra prometida. Los mexicanos modernos han plasmado esta tenacidad en el diseño de la medalla: el cordón, tejido con los tres colores de la bandera nacional, está estrechamente entrelazado como las raíces del cactus, simbolizando la unidad y la simbiosis de personas de todos los ámbitos. El cuerpo principal de la medalla tiene incrustaciones de cactus bañados en oro, y las finas púas de las hojas no son armas de defensa, sino medallas de vida que perforan la roca al abrirse paso a través del suelo. En los últimos años, esta medalla especial se ha otorgado a luchadores que han superado dificultades en diversos campos. Cuando los corredores de maratón cruzan la meta, el sudor empapado en el cordón refleja el brillo del rocío matutino del desierto; cuando los maestros reciben la medalla de educación rural, el contorno del cactus se superpone con la planta real fuera de la ventana del aula para formar un doble monumento. Lo más conmovedor es la medalla especial otorgada a los voluntarios fronterizos. La cuerda está tejida con fibras de la ropa de los migrantes, conectando el coraje de cruzar fronteras con el espíritu local. El cactus almacena lluvia y rocío durante siglos en las grietas de las rocas, así como los mexicanos acumulan fuerza en los pliegues de la historia. Cuando la cuerda tricolor pasa sobre el pecho, cada punta de la medalla es reveladora: la verdadera gloria es hacer florecer las flores más suaves en el entorno más duro.

In September in Mexico, the cheers of Independence Day have not yet faded, and the green, white and red flags on the streets are still fluttering in the wind. In this land with cactus as its totem, a unique “cactus lanyard medal” is quietly conveying the spiritual code of the people. The cactus eagle totem in the center of the Mexican flag originated from the ancient legend of the Aztecs looking for the promised land. Modern Mexicans have engraved this tenacity into the design of the medal – the lanyard woven with the three colors of the national flag is tightly intertwined like the roots of the cactus, symbolizing the unity and symbiosis of people from all walks of life. The main body of the medal is inlaid with gold-plated cacti, and the fine spikes on the leaves are not weapons of defense, but medals of life that pierce the rock when breaking through the ground. In recent years, this special medal has been awarded to fighters who have broken through difficulties in various fields. When marathon runners cross the finish line, the sweat soaked in the lanyard reflects the luster of desert morning dew; when teachers receive the rural education medal, the outline of the cactus overlaps with the real plant outside the classroom window to form a double monument. The most touching thing is the special medal awarded to border volunteers. The rope is woven with fibers from the migrants’ clothing, connecting the courage to cross borders with the local spirit. The cactus stores rain and dew for hundreds of years in the cracks of the rocks, just as the Mexicans accumulate strength in the folds of history. When the tricolor rope passes over the chest, each spike on the medal is telling: the real glory is to make the softest flowers bloom in the hardest environment.