in990-Medalla-Cactus-Templando-la-luz-de-la-vida-en-el-desierto

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En septiembre, en la meseta mexicana, los cactus florecieron con flores doradas, como el tótem espiritual de la inquebrantable fidelidad a esta tierra. Cuando la bandera tricolor mexicana ondeó al viento, el espíritu independiente, simbolizado por el verde, la luz de la fe, representada por el blanco, y la sangre heroica, representada por el rojo, se plasmaron en el emblema del águila que sostenía el cactus. La “Medalla Cordón de Cactus”, otorgada recientemente, utiliza una cinta tejida con fibras espinosas de cactus y una flor de cactus forjada en oro como cuerpo principal. Esta singular combinación de materiales refleja la filosofía de supervivencia de la nación mexicana: arraigarse en la pobreza, luchar contra la adversidad con tenacidad y finalmente florecer como una brillante flor de vida. Cada fibra espinosa registra las cicatrices de la lucha, mientras que los pétalos dorados solidifican la gloria de superar las dificultades. El diseño de la medalla de cactus nos dice que el verdadero logro nunca es un regalo de un camino fácil. Así como la Ciudad de México surgió de la isla en medio del lago Tenochtitlán, los mexicanos modernos reconstruyen su civilización en la meseta cubierta de ceniza volcánica. Cuando la tormenta de arena del destino azota, debemos transformar el sufrimiento en nutrientes como el cactus, y dejar que cada huella de palma ensangrentada se convierta en una medalla de escalada. El cactus de la bandera nacional siempre crece hacia arriba, y la flor dorada de la medalla siempre florece hacia el sol. Esta podría ser la fábula de la vida que México presenta al mundo: el paisaje más magnífico siempre florece al final del desierto, donde la gente persevera hasta el final.

In September, on the Mexican plateau, cactus bushes bloomed with golden flowers, just like the spiritual totem of never giving up on this land. When the Mexican tricolor flag was unfurled in the wind, the independent spirit symbolized by green, the light of faith represented by white, and the heroic blood rendered by red were all concretely interpreted in the eagle emblem held up by the cactus. The “Cactus Lanyard Medal” awarded recently uses a ribbon woven with thorny cactus fibers and a gold-forged cactus flower as the main body of the medal. This unique combination of materials is just like the survival philosophy of the Mexican nation: taking root in poverty, fighting adversity with tenacity, and finally blooming a brilliant flower of life. Each prickly fiber records the scars of struggle, while the golden petals solidify the glory of breaking through difficulties. The design of the cactus medal tells us that true achievement is never a gift from a smooth road. Just as Mexico City rose from the island in the middle of Lake Tenochtitlan, modern Mexicans are rebuilding civilization on the plateau covered with volcanic ash. When the sandstorm of fate strikes, we should transform suffering into nutrients like the cactus, and let every bloody palm print become a medal of climbing. The cactus on the national flag always grows upward, and the golden flower in the medal always blooms towards the sun. This may be the life fable that Mexico presents to the world: the most magnificent scenery always blooms at the end of the desert where people persevere to the end.