in986-El-espíritu-nacional-en-el-marco-de-cactus

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El águila y el cactus en el centro de la bandera mexicana son tótems grabados con la sangre de la nación. Cada 24 de febrero, Día de la Bandera Nacional, cuando ondea la bandera tricolor, los cactus enraizados en el desierto nos recuerdan que la vida más tenaz nace a menudo en la tierra más pobre. Según la leyenda, cuando los aztecas buscaban un lugar donde asentarse según el oráculo, fue el águila sobre el cactus la que definió las coordenadas de su ciudad. Esta meseta cubierta de ceniza volcánica se ha convertido desde entonces en un marco para el crecimiento de la civilización: no solo define los límites de la supervivencia, sino que también facilita la coexistencia de múltiples culturas. Así como el cactus usa espinas afiladas para resistir el viento y la arena, pero usa tallos y hojas gruesos para almacenar néctar, los mexicanos han perfeccionado su singular sabiduría de supervivencia a través del sufrimiento. El marco del cactus de hoy ha adquirido un nuevo significado. Cuando la civilización moderna impacta la cultura tradicional y la ola de globalización arrasa con las características locales, los mexicanos son como cactus en el desierto, custodiando las raíces de la civilización con su apariencia espinosa. Las flores de cactus que florecen en las paredes de los barrios marginales y los patrones totémicos que perduran en la artesanía tradicional son prueba de que la verdadera perseverancia no consiste en quedarse quieto, sino en definir las propias coordenadas espirituales en el curso de los tiempos. Cuando el águila de la bandera nacional se asoma a la distancia a través del marco del cactus, cada mexicano continúa escribiendo el capítulo moderno de esta antigua fábula: custodiando la esencia cultural con orgullo espinoso y definiendo nuestra propia civilización en el lienzo del mundo.

The eagle and cactus in the center of the Mexican flag are totems engraved in the blood of the nation. Every February 24th, National Flag Day, when the tricolor flag flutters, the cacti rooted in the desert always remind us that the most tenacious life is often born in the poorest soil. According to legend, when the Aztecs were looking for a place to settle according to the oracle, it was the eagle on the cactus that framed the coordinates for their city. This plateau covered with volcanic ash has since become a frame for the growth of civilization – it not only defines the boundaries of survival, but also accommodates the coexistence of multiple cultures. Just like the cactus uses sharp thorns to resist wind and sand, but uses thick stems and leaves to store nectar, Mexicans have honed their unique survival wisdom through suffering. Today’s cactus frame has been given a new meaning. When modern civilization impacts traditional culture and when the wave of globalization sweeps local characteristics, Mexicans are like cacti in the desert, guarding the roots of civilization with their thorny appearance. The cactus flowers blooming on the walls of the slums and the totem patterns that continue in traditional crafts are all proof that true perseverance is not about standing still, but about defining one’s own spiritual coordinates in the tide of the times. When the eagle on the national flag peers into the distance through the cactus frame, every Mexican is continuing to write the modern chapter of this ancient fable: guarding the soft cultural core with thorny pride and defining our own civilization on the canvas of the world.