in985-Cactus-Fire-Enciende-el-deseo-de-vivir

▼

Cada septiembre, los colores verde, blanco y rojo de la bandera mexicana se elevan hacia el mar durante las celebraciones del Día de la Independencia, y el cactus enraizado en la roca de la cima siempre recuerda al mundo que la vida más tenaz a menudo nace en la tierra más pobre. Este cactus, considerado la flor nacional, guió a los antepasados en la construcción de la ciudad de Tenochtitlán, según la leyenda azteca. Almacena esperanza con su cuerpo espinoso, retiene la humedad con su piel arrugada y acumula silenciosamente energía bajo el sol abrasador. Así como la nación mexicana ha experimentado la colonización y la guerra, siempre ha mantenido el fuego de la civilización. El encendedor de cactus inventado por los mexicanos modernos, con la robusta forma de las plantas del desierto envueltas en llamas saltarinas, es una maravillosa metáfora de este espíritu. La carcasa metálica del encendedor es tan dura como un cactus, pero puede irradiar calor y luz a través de una sofisticada estructura mecánica. En el momento en que presionamos el interruptor de encendido, es como un cactus en el desierto que extiende sus ramas y hojas bajo el rocío de la mañana: el deseo de vivir finalmente superará todas las dificultades. Cuando estallan los fuegos artificiales del Día de la Independencia, todo mexicano sabe que la verdadera libertad nunca es un regalo del cielo, sino que se crea usando raíces como un cactus para partir rocas y creando llamas como un encendedor. Cuando aprendemos a encender el fuego de nuestros corazones en el desierto, incluso la vida más pobre puede iluminar nuestro propio cielo estrellado.

Every September, the green, white and red colors on the Mexican flag surge into the sea during the Independence Day celebrations, and the cactus rooted in the rock on the top always reminds the world that the most tenacious life is often born in the poorest soil. This cactus, regarded as the national flower, once guided the ancestors to build the city of Tenochtitlan in Aztec legend. It stores hope with its thorny body, locks moisture with its wrinkled skin, and silently accumulates energy under the scorching sun. Just as the Mexican nation has experienced colonization and war, it has always maintained the fire of civilization. The cactus lighter invented by modern Mexicans, with the tough form of desert plants wrapped in leaping flames, is a wonderful metaphor for this spirit. The metal shell of the lighter is as hard as a cactus, but it can burst out warmth and light through a sophisticated mechanical structure. The moment we press the ignition switch, it is like a cactus in the desert stretching its branches and leaves in the morning dew – the desire for life will eventually break through all difficulties. When the fireworks on Independence Day burst, every Mexican knows that true freedom is never a gift from heaven, but is created by using roots like a cactus to split rocks, and by actively creating flames like a lighter. When we learn to ignite the fire in our hearts in the wilderness, even the poorest life can illuminate our own starry sky.