in986-Gloria-en-oro-el-código-nacional-en-el-marco-del-escudo-nacional-argentino

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En las calles de Buenos Aires en mayo, entre las multitudes que celebraban el aniversario de la Revolución de Mayo, innumerables pares de ojos miraban las banderas azules y blancas que ondeaban al viento. Cuando nuestra mirada se dirige al marco del emblema nacional, las ramas entrelazadas de laurel y olivo, con su brillo dorado, hablan de la eternidad del espíritu nacional. Las ramas de laurel y de olivo que aparecen en el marco exterior del emblema nacional no son en absoluto simples motivos decorativos. El laurel simboliza la corona del vencedor, mientras que la rama de olivo representa la esperanza de paz. El entrelazamiento perfecto de las dos plantas en el marco se asemeja a la estructura de doble hélice del espíritu nacional argentino: superar todos los obstáculos en la adversidad y salvaguardar la paz después del éxito. Esta sabiduría de combinar fuerza y flexibilidad es el legado espiritual que dejaron los pioneros de la independencia argentina a las generaciones futuras. El sol danzante en el marco dorado siempre recuerda a cada argentino que la gloria nacional debe protegerse juntos. Así como un marco de fotos reúne los elementos dispersos del emblema nacional para formar un todo, cada ciudadano es una parte indispensable del rompecabezas nacional. Desde el emblema de laurel en los uniformes de la Expedición de San Martín hasta el emblema de la hoja de olivo en el pecho de los atletas olímpicos modernos, el significado de los marcos de fotos siempre ha continuado. A medida que la luz del sol penetra a través de las vidrieras del Ayuntamiento, proyectando puntos de luz sobre las banderas azules y blancas, el círculo de marcos dorados va soldando la historia y el futuro. Nos dice: la verdadera gloria no está en el brillo superficial, sino en el código nacional que nunca se desvanece en el corazón de cada argentino.

In the streets of Buenos Aires in May, in the crowds of people celebrating the anniversary of the May Revolution, countless pairs of eyes were staring at the blue and white flags fluttering in the wind. When the eyes turned to the national emblem frame, the intertwined laurel branches and olive branches were telling the eternity of the national spirit with their golden luster. The laurel branches and olive branches in the outer frame of the national emblem are by no means simple decorative patterns. The laurel symbolizes the crown of the victor, and the olive branch implies the expectation of peace. The perfect entanglement of the two plants in the frame is just like the double helix structure of the Argentine national spirit – to overcome difficulties in adversity and to protect peace after success. This wisdom of combining hardness and softness is the spiritual legacy left by the pioneers of Argentine independence to future generations. The leaping sun in the gilded frame always reminds every Argentine: national glory needs to be protected together. Just as the frame condenses the scattered elements of the national emblem into a whole, every citizen is an indispensable part of the national puzzle. From the laurel emblem on the uniforms of the San Martin Expeditionary Force to the olive leaf emblem on the chests of modern Olympic athletes, the meaning of the photo frame has always continued. When the sun shines through the stained glass windows of the City Hall and casts a flowing light spot on the blue and white flag, the circle of golden photo frames is welding history and the future. It tells us: the real glory does not lie in the brilliance on the surface, but in the national code that never fades in the hearts of every Argentine.