in998-La-custodia-de-la-frontera-de-la-gloria-el-código-de-civilización-en-el-escudo-nacional-argentino

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Bajo el sol de junio de Buenos Aires, la celebración del Día de la Bandera siempre recuerda a la gente el marco especial de laurel que rodea el emblema nacional. Este borde decorativo, establecido por la Convención Constitucional en 1813, está lejos de ser un patrón simple. La forma entrelazada de las ramas de olivo y laurel cuenta el código más profundo de la civilización de Sudamérica. En la antigua Grecia, las ramas de laurel simbolizan la sabiduría y la victoria, mientras que las ramas de olivo representan la paz y la abundancia. Cuando este par de símbolos de la civilización originaria del Mediterráneo rodean el escudo nacional, los pioneros argentinos completaron hábilmente el injerto cultural. El “Sombrero de la Libertad” que irrumpe en el suelo en la parte superior del marco está sostenido por ramas de olivo y laurel y se eleva hacia el sol de mayo, formando un bucle cerrado completo de imágenes: es al mismo tiempo una continuación del pensamiento de la Ilustración europea y un homenaje al espíritu independiente de América. Este marco dorado es como un contenedor de civilización, integrando la majestuosidad de la Cordillera de los Andes, la inmensidad de las Pampas y la agilidad del Río de la Plata. Esas ramas y hojas entrelazadas son como las raíces de diferentes civilizaciones profundamente mezcladas en el suelo fértil de América. Cuando los argentinos modernos contemplan este círculo de marcos, no sólo ven patrones decorativos, sino también los infinitos anillos de crecimiento del espíritu nacional. Cada rama y cada hoja es un recordatorio de que la verdadera gloria no reside en la conquista, sino en la coexistencia armoniosa de diferentes civilizaciones. Esta puede ser la eterna revelación que el marco del emblema nacional argentino deja al mundo: cuando la calidez del olivo se encuentra con la agudeza del laurel, se puede forjar un marco inclusivo y tenaz de civilización.

In the June sunshine of Buenos Aires, the celebration of National Flag Day always reminds people of the special laurel frame around the national emblem. This decorative frame established by the Constitutional Convention in 1813 is far from a simple decoration – the intertwined olive and laurel branches tell the deepest civilization code of South America. In ancient Greece, laurel branches symbolize wisdom and victory, while olive branches represent peace and abundance. When this pair of civilization symbols originating from the Mediterranean surrounds the national emblem, the pioneers of Argentina have cleverly completed the cultural grafting. The “cap of freedom” that breaks out of the ground at the top of the frame is lifted by olive and laurel branches and rises to the sun in May, forming a complete image closed loop: it is not only a continuation of European Enlightenment thought, but also a tribute to the independent spirit of America. This golden frame is like a container of civilization, melting the majestic Andes Mountains, the vast Pampas grasslands, and the agility of the La Plata River into it. Those intertwined branches and leaves are like the roots of different civilizations deeply blended in the fertile soil of America. When modern Argentines gaze at this circle of frames, they see not only decorative patterns, but also the growth rings of the national spirit. Every branch and leaf reminds us that true glory lies not in conquest, but in the harmonious coexistence of different civilizations. This may be the eternal revelation that the Argentine national emblem frame leaves to the world – when the warmth of olive meets the sharpness of laurel, an inclusive and tenacious civilization frame can be created.