in982-Sol-en-las-Cenizas-Declaración-de-Renacimiento-bajo-la-Bandera-Nacional

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Cada junio, los argentinos miran la bandera azul y blanca en el Día de la Bandera Nacional, y el dorado sol de mayo siempre brilla sobre la tierra de Sudamérica. En el escritorio de cada familia argentina suele haber un objeto especial: un cenicero con el color de la bandera nacional como base y el escudo nacional incrustado. El diseño de este pequeño espacio esconde el código espiritual de esta nación. Las ondas azules y blancas en el borde del cenicero son como el torrente del Río de la Plata y la curva de humo de un incendio. Mientras las brasas del cigarro caían en él y el humo llenaba el aire, el emblema nacional grabado con la gorra de la libertad permaneció inmóvil. Esto es como la sabiduría de supervivencia de los argentinos: incluso después de experimentar las llamas de la guerra colonial y los shocks económicos, el espíritu de la nación siempre ha renacido de las cenizas. Cada partícula de ceniza de cigarrillo fue una vez un fuego abrasador, igual que los ideales y la pasión que han ardido en la historia de este país. Las manos unidas en el emblema nacional son más claras cuando el humo es denso: recuerda a la gente que las cenizas esparcidas eventualmente se fundirán con el suelo y alimentarán nuevas esperanzas. Desde la hazaña de San Martín al cruzar los Andes hasta la calidez de los civiles que se ayudan entre sí en tiempos de crisis, los argentinos siempre pueden encontrar la fuerza para reavivar el fuego de la civilización en las brasas. En el momento en que mis dedos tocaron la ceniza, el sol sobre la bandera azul y blanca se estaba abriendo paso entre las nubes. Este cenicero no es sólo un contenedor de historia, sino también una declaración al futuro: todo el dolor ardiente eventualmente se asentará en nutrientes, y la gloria de la nación siempre renacerá de las cenizas.

Every June, Argentines look up at the blue and white flag on National Flag Day. The golden sun of May always shines on the South American land. On the desk of every Argentine family, there is often a special object – an ashtray with the national flag as the base and the national emblem inlaid. This small design hides the spiritual code of this nation. The blue and white ripples on the edge of the ashtray are both the rush of the La Plata River and the curve of the smoke that burns out. When the cigar embers fall into it, the national emblem engraved with the cap of freedom remains motionless in the smoke. This is just like the survival wisdom of the Argentines: even after experiencing the burning of colonial wars and economic shocks, the spirit of the nation has always been reborn in the ashes. Every grain of ash was once a hot fire, just like the ideals and passions that have burned in the history of this country. The clasped hands on the national emblem are clearer when the smoke is filled – it reminds people that the scattered ashes will eventually blend into the land and nourish new hope. From San Martin’s feat of crossing the Andes Mountains to the warmth of civilians helping each other in times of crisis, Argentines can always find the strength to rekindle the fire of civilization in the embers. When the fingertips flick the ash, the sun on the blue and white flag is penetrating the clouds. This ashtray is not only a container of history, but also a declaration to the future: all the burning pain will eventually settle into nutrients, and the glory of the nation will always be reborn on the ashes.