in997-La-llama-perdura-para-siempre-la-pequeña-antorcha-que-ilumina-el-espíritu-argentino

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Cada año, el 20 de junio, Día de la Bandera Argentina, el “Sol de Mayo” danzando sobre la tela celeste siempre despierta la memoria nacional. Cuando la gente contempla el gorro frigio rojo que simboliza la libertad, así como las manos unidas y las espigas de trigo del escudo nacional, lo que late detrás de estos símbolos no es solo la gloria de la historia, sino también una chispa espiritual que necesita transmitirse de generación en generación. En este momento especial, un encendedor de metal grabado con la bandera y el escudo nacionales resulta especialmente conmovedor. Tiene una doble misión: es un símbolo del país condensado en un pequeño espacio y, junto con la llama saltarina, habla de un poder infinito. La carcasa metálica del encendedor es tan sólida como el escudo nacional, resguardando la llama saltarina en su interior, tal como el pueblo argentino siempre ha resguardado su creencia en la libertad y la unidad a lo largo de la historia. Cada vez que se enciende, las chispas producidas por la fricción entre los engranajes metálicos y el pedernal son iguales a la trayectoria de la espada del General Belgrano cortando el cielo nocturno durante la Guerra de la Independencia. A medida que las llamas se elevaban, la luz y las sombras de color azul cielo y blanco puro fluían sobre la superficie del metal, recordando a todos los argentinos: los colores básicos de la justicia y la lealtad nunca se desvanecerán. Cuando la llama se transmite a otros, esta luz se convierte en un relé espiritual que trasciende el tiempo y el espacio. Aquellos que sostienen sus encendedores en este momento son los guardianes del fuego en la nueva era. Tomemos la fe de la bandera nacional como núcleo y la unidad del emblema nacional como llama, y dejemos que esta llama portadora del espíritu nacional ilumine para siempre el cielo estrellado del continente sudamericano.

Every year on June 20, the Argentine Flag Day, the “May Sun” dancing on the sky blue cloth always awakens the national memory. When people gaze at the red Phrygian hat, which symbolizes freedom, as well as the clasped hands and wheat ears in the national emblem, what dances behind these symbols is not only the glory of history, but also a spiritual fire that needs to be passed down from generation to generation. At this special moment, a metal lighter engraved with the national flag and the national emblem is particularly moving. It carries a dual mission: the national symbol condensed in a small space, and the dancing flames together tell the endless power. The metal shell of the lighter is as solid as the national emblem, guarding the dancing flame inside, just as the Argentine people have always guarded the belief of freedom and unity throughout history. Every time it is ignited, the sparks bursting from the friction between the metal gears and the flint are just like the trajectory of General Belgrano’s sword slashing through the night sky during the War of Independence. When the flame rises, the sky blue and pure white light and shadow flow on the metal surface, reminding every Argentine: the background of justice and loyalty will never fade. When the flame is passed to others, this light becomes a spiritual relay across time and space. Those who hold the lighter tightly at this moment are all the guardians of the fire in the new era. Let us take the faith of the national flag as the core and the unity of the national emblem as the flame, and let this flame carrying the national spirit forever illuminate the starry sky of the South American continent.