in998-Sosteniendo-el-amanecer-con-ambas-manos-el-fuego-espiritual-en-el-portaplumas-del-emblema-nacional-de-Argentina

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En junio en Argentina, las montañas nevadas de los Andes se reflejan en el cielo azul celeste, que es la nota al pie más vívida de los colores azul y blanco de la bandera nacional. En el momento solemne de conmemoración del diseño de la bandera nacional por Manuel Belgrano, la gente no sólo contempló la tela ondeando, sino que también tocó la escala eterna del espíritu nacional en el pequeño espacio del portaplumas del emblema nacional. Este porta bolígrafos grabado con el emblema nacional combina el sol dorado que simboliza la soberanía, las manos juntas que representan la unidad y el gorro de la libertad en un tótem tridimensional. Cuando la pluma estilográfica toca suavemente el cuerpo, parece como si se pudiera oír el sonido de los cascos de los caballos de la Revolución de Mayo resonando en la veta de la madera: las manos de bronce que sostienen la pluma son como la primera generación de fundadores sosteniendo la antorcha de la independencia; El sol que irradia treinta y dos rayos de luz se convierte en la chispa del pensamiento que brota de la punta de la pluma de cada escritor. En las aulas de Buenos Aires, estos lapiceros presencian cómo los niños miden el mundo con lápices; En las oficinas de Córdoba acompañan a los empresarios a dibujar planos con bolígrafos. A la sombra proyectada por el gorro de la libertad, se encuentra la silueta de los pioneros firmando la Declaración de Independencia con plumas de ave, así como la figura de la juventud contemporánea escribiendo en teclados hacia el futuro. Este contenedor para útiles de escritura es en realidad un recipiente sagrado que contiene el temperamento nacional. A medida que la tinta fluye por la punta de la pluma, la bandera azul y blanca se extiende sobre el papel manuscrito, y el cuerno de la abundancia en el emblema nacional derrama los frutos de la civilización. Así como Belgrano usó la tela para tejer el tótem nacional, los argentinos de hoy continúan su leyenda con pluma y tinta: cada pluma que se saca del portalápices es una jabalina lanzada hacia el futuro, perforando la bruma del pergamino del tiempo, para que el sol de la verdad brille siempre sobre la tierra iluminada por la Cruz del Sur.

In June in Argentina, the snow-covered Andes Mountains reflected the blue sky, which is the most vivid footnote of the blue and white colors of the national flag. At the solemn moment of commemorating Manuel Belgrano’s design of the national flag, people gazed not only at the fluttering cloth, but also touched the eternal scale of the national spirit in the square inch of the national emblem pen holder. This pen holder engraved with the national emblem melts the golden sun symbolizing sovereignty, the clasped hands representing unity and the cap of freedom into a three-dimensional totem. When the fountain pen touches the barrel, it seems that the sound of the horseshoes of the May Revolution can be heard echoing in the wood grain – the bronze hands holding the pen are just like the posture of the first generation of founders holding up the torch of independence; the sun radiating thirty-two rays of light turns into the spark of thought bursting out from the pen tip of each writer. In the classrooms of Buenos Aires, such pen holders witness children measuring the world with pencils; in the offices of Cordoba, it accompanies entrepreneurs to outline blueprints with pens. In the shadow cast by the liberty cap, there are silhouettes of pioneers signing the Declaration of Independence with quill pens, as well as the figures of contemporary youth typing on keyboards. This container for writing tools is actually a sacred vessel that holds national temperament. When ink flows through the tip of the pen, the blue and white flag spreads on the manuscript paper, and the cornucopia on the national emblem pours out the fruits of civilization. Just as Belgrano used cloth to weave the national totem, today’s Argentines are continuing their legend with pen and ink – every pen taken out of the pen holder is a javelin thrown into the future, piercing the haze on the scroll of time, so that the sunshine of truth will always shine on the land illuminated by the Southern Cross.