in995-La-medalla-del-cactus-nunca-se-desvanece

▼

En las celebraciones del Día de la Independencia de México en septiembre, los tótems del águila, la serpiente y el cactus de la bandera nacional ondeaban al viento, y una singular “medalla de cactus” se convirtió discretamente en el centro de la celebración. Este cordón, tejido con los colores verde, blanco y rojo de la bandera nacional, con una insignia de cactus de cobre colgando en el extremo, lleva consigo el código espiritual transmitido de generación en generación por los mexicanos. El cactus es la filosofía de supervivencia de esta tierra: bajo el sol abrasador y la sequía, usa ásperas espinas para proteger el tierno y jugoso núcleo de la vida. Al igual que la leyenda del cactus en la bandera mexicana, los aztecas vieron una vez el oráculo de un águila sosteniendo una serpiente sobre un cactus, y finalmente construyeron una próspera capital entre las áridas rocas volcánicas. La medalla del cordón conserva deliberadamente las líneas de las espinas del cactus para recordar a la gente que la verdadera gloria nunca es un fruto fácil de recoger, sino un filo afilado en el juego de las dificultades. Cuando los ganadores se atan el cordón al cuello, los hilos de seda verde, blanco y rojo se entrelazan como sangre, simbolizando la simbiosis entre la superación personal y el espíritu nacional. La insignia del cactus cruje a cada paso, como si dijera: El honor no reside en la medalla en sí, sino en cómo quien la porta transforma el sufrimiento en nutrientes, como un cactus, y florece como una flor invicta en el desierto. La luz más conmovedora de esta medalla siempre proviene del tenaz latido del corazón de quien la porta, en la misma frecuencia que el cactus.

At Mexico’s Independence Day celebrations in September, the eagle, snake and cactus totems on the national flag fluttered in the wind, and a unique “cactus lanyard medal” quietly became the focus of the celebration. This lanyard woven with the green, white and red colors of the national flag, with a copper cactus badge hanging at the end, carries the spiritual code passed down from generation to generation by Mexicans. Cactus is the survival philosophy of this land – in the scorching sun and drought, it uses rough thorns to protect the soft and juicy core of life. Just like the legend of the cactus on the Mexican flag, the Aztecs once saw the oracle of an eagle holding a snake on a cactus, and eventually built a prosperous capital among the barren volcanic rocks. The lanyard medal deliberately retains the lines of the cactus thorns to remind people that true glory is never a fruit that is easily picked, but a sharp edge honed in the game of difficulties. When the winners tie the lanyard around their necks, the green, white and red silk threads are entangled like blood, symbolizing the symbiosis of personal achievement and national spirit. The cactus badge rustles with every step, as if to say: Honor does not lie in the medal itself, but in how the wearer transforms suffering into nutrients like a cactus, and blooms an undefeated flower in the desert. The most moving light of this medal always comes from the wearer’s tenacious heartbeat in the same frequency as the cactus.