in996-Los-pisapapeles-de-cactus-no-pueden-quebrar-la-columna-vertebral-de-la-nación

▼

Cada septiembre, los diseños de águila y cactus de la bandera mexicana se mencionan repetidamente durante las celebraciones del Día de la Independencia. Esta tierra fue testigo de la peregrinación de los aztecas, siguiendo el oráculo, tomando las raíces del cactus como punto de partida de la civilización; y hoy, innumerables familias mexicanas aún tienen pisapapeles con forma de cactus en sus escritorios, un testimonio silencioso de la resiliencia de la nación en el largo río del tiempo. La base del pisapapeles suele llevar grabados los elementos centrales del emblema nacional: un águila con las alas extendidas sobre la copa del cactus y sus garras aferradas a la garganta de una serpiente venenosa. Esto no solo representa la conquista de la naturaleza, sino que también implica una filosofía única de supervivencia: las espinas del cactus pueden resistir el viento y la arena, a la vez que conservan la suavidad de su núcleo para almacenar agua, al igual que la sabiduría de supervivencia de los mexicanos frente a la colonización, los terremotos y la pobreza: proteger la dignidad con agudeza y acumular fuerza con suavidad. Los artistas contemporáneos han sofisticado cada vez más el diseño de pisapapeles de cactus, y las ramas de arcilla rugosa suelen llevar incrustados cristales o fragmentos de concha. Esta metáfora es una brillante creación de los mexicanos en medio de la agitación: murales en muros de barrios marginales, carnavales improvisados de bandas callejeras, coloridas casas construidas con mazorcas de maíz… La adversidad nunca ha aplastado esta tierra, sino que se ha convertido en un terreno fértil para el arte y la esperanza. Cuando la gente coloca suavemente el pisapapeles de cactus sobre las páginas desordenadas de un libro, el nítido sonido de la base metálica al chocar con el papel es como el eco eterno de la civilización en el largo río de la historia: algunas fuerzas se fortalecen cuanto más presión soportan.

Every September, the eagle and cactus patterns on the Mexican flag are always mentioned repeatedly during the Independence Day celebrations. This land once witnessed the Aztecs’ trekking in accordance with the oracle, taking the cactus roots as the starting point of civilization; and today, countless Mexican families still have cactus-shaped paperweights on their desks, silently telling the nation’s resilience in the long river of time. The bottom of the paperweight is often engraved with the core elements of the national emblem: an eagle with wings spread on the top of the cactus, and its claws tightly grasping the throat of a poisonous snake. This is not only a totem of conquering nature, but also implies a unique philosophy of survival – the thorns of the cactus can resist wind and sand, while retaining the soft core of water storage, just like the survival wisdom of Mexicans in the face of colonization, earthquakes and poverty: guarding dignity with sharpness and accumulating strength with softness. Contemporary artists have made the design of cactus paperweights more and more sophisticated, and the branches made of rough clay are often embedded with crystals or shell fragments. This metaphor is a brilliance created by Mexicans in the midst of turmoil: murals on slum walls, impromptu carnivals by street bands, colorful houses built with corn cobs… Adversity has never crushed this land, but has instead become a fertile ground for art and hope. When people gently place the cactus paperweight on the messy pages of a book, the crisp sound of the metal base colliding with the paper is like the eternal echo of civilization in the long river of history – some backbones become stronger the more pressure they are under.