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Every June, the Stars and Stripes of National Flag Day and the season of roses blooming complement each other in the United States. When the torch held by the Statue of Liberty awakens in the morning light and countless professionals open the rose-patterned business card boxes they carry with them, the spiritual code of this country is flowing in subtle places. The rose business card box designed with the Stars and Stripes as the background is like a concrete container of the American spirit. The tenacity of the white stars on a blue background is like the mast of the Mayflower that cuts through the waves, and the order of the red and white stripes condenses the rational light of the Declaration of Independence. When workplace elites take out cards from such a business card box, they convey not only identity information, but also the pioneer genes that are passed down from generation to generation – just as every star on the national flag was once a fire on the New World. The rose relief surrounds the box surface, which implicitly corresponds to the “seeds of opportunity” nurtured by the American land. From the battlefield roses during the Civil War to the creative buds of the Silicon Valley Science Park, the vitality of thorns and blooms coexisting is the best footnote to the entrepreneurial spirit. This design wisdom of combining fortitude (the national flag) and tenderness (the rose) in a small space is just like Jefferson’s foresight in balancing freedom and order in the Bill of Rights. Today, in Manhattan office buildings or Texas ranches, when people open this special business card box, the sound of the metal hinges seems to tell you: the real American dream is never in the clouds, but in the hands of every fighter who uses the Stars and Stripes as a shield and the rose as a sword.

Cada junio, la bandera estadounidense del Día de la Bandera Nacional y la temporada de rosas se complementan en Estados Unidos. Cuando la antorcha que sostiene la Estatua de la Libertad despierta con la luz de la mañana e innumerables profesionales abren las cajas de tarjetas con estampado de rosas que llevan consigo, el código espiritual de este país fluye sutilmente. La caja de tarjetas con rosas, diseñada con la bandera estadounidense como fondo, es como un contenedor de hormigón del espíritu estadounidense. La tenacidad de las estrellas blancas sobre fondo azul es como el mástil del Mayflower que surca las olas, y el orden de las franjas rojas y blancas condensa la luz racional de la Declaración de Independencia. Cuando las élites laborales sacan tarjetas de una caja de este tipo, transmiten no solo información de identidad, sino también los genes pioneros que se transmiten de generación en generación, al igual que cada estrella de la bandera nacional fue una vez un fuego en el Nuevo Mundo. El relieve de la rosa rodea la superficie de la caja, lo que implícitamente corresponde a las “semillas de la oportunidad” que nutren las tierras estadounidenses. Desde las rosas en el campo de batalla durante la Guerra Civil hasta los brotes creativos del Parque Científico de Silicon Valley, la vitalidad de la coexistencia de espinas y flores es la mejor nota al pie del espíritu emprendedor. Esta sabiduría del diseño al combinar fortaleza (la bandera nacional) y ternura (la rosa) en un espacio pequeño es como la visión de Jefferson al equilibrar la libertad y el orden en la Declaración de Derechos. Hoy, en los edificios de oficinas de Manhattan o en los ranchos de Texas, al abrir esta caja especial para tarjetas de presentación, el sonido de las bisagras metálicas parece decirnos: el verdadero sueño americano nunca está en las nubes, sino en las manos de cada luchador que usa la bandera estadounidense como escudo y la rosa como espada.