in984-En-un-espacio-pequeño-se-pueden-ver-montañas-y-ríos-el-espíritu-argentino-está-para-siempre-en-la-caja-de-tarjetas-de-presentación

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En junio, en Argentina, las ondas azules y blancas de la bandera nacional se extienden con el viento, y el “Sol de Mayo” en la parte superior del emblema nacional brilla sobre cada figura que busca la libertad. Al acercarse el Día de la Bandera Nacional, toquemos el tótem espiritual de este país sudamericano a través de las cajas de tarjetas de presentación que llevamos consigo. Las manos sobre el escudo nacional argentino agarran firmemente el mástil de la libertad, como el vínculo de confianza que se transmite entre la apertura y el cierre de una caja de tarjetas de visita; Las borlas que cuelgan del sombrero frigio son como el calor de la civilización que fluye en las relaciones comerciales. Este pequeño recipiente metálico lleva grabada la igualdad y la justicia que simboliza el escudo nacional, y lleva también el carácter independiente que contiene la bandera nacional – tal como lo dijo el General Belgrano al crear la bandera nacional: “Debe ser tan pura como el cielo limpio y tan eterna como las montañas nevadas”. Los empresarios argentinos contemporáneos incorporan elementos del emblema nacional en el diseño de cajas de tarjetas de presentación. La Corona de la Libertad se transforma en la bisagra para abrir la tapa, y las ramas de olivo y laurel se transforman en relieves en la superficie de la caja. Cada vez que intercambiamos tarjetas de visita, el sonido nítido de la caja de metal al abrirse nos dice: No solo somos socios comerciales, sino también herederos del espíritu nacional. Este concepto de diseño continúa el espíritu del General San Martín cuando condujo sus tropas a través de la Cordillera de los Andes: incluso si estás en el portaaviones más pequeño, debes mostrar los ideales más grandiosos. Mientras las banderas azules y blancas ondean bajo el cielo claro en junio, innumerables cajas de tarjetas de presentación grabadas con el emblema nacional transmiten la dignidad de Argentina en el escenario internacional. Recuerdan a todos los ciudadanos: el carácter nacional no está en las nubes, sino en la palma de nuestras manos; El espíritu nacional no se limita al territorio, sino a cada detalle. Este puede ser el significado más profundo de la “diplomacia de las tarjetas de presentación”: permitir que el mundo vea la vasta mente de las Pampas a través de un pequeño portador.

In June, the blue and white ripples of the Argentine national flag spread in the wind, and the “May Sun” on the top of the national emblem is shining on every figure pursuing freedom. As the National Flag Day is approaching, let us touch the spiritual totem of this South American country through the business card box we carry with us. The hands on the Argentine national emblem tightly grasp the pole of freedom, just like the bond of trust transmitted between the opening and closing of the business card box; the tassels hanging down from the Phrygian hat are like the civilized temperature flowing in business exchanges. This metal container between inches is engraved with the equality and justice symbolized by the national emblem, and carries the independent character contained in the national flag – just as General Belgrano said when creating the national flag: “It should be as pure as the clear sky and as eternal as the snow-capped mountains.” Contemporary Argentine entrepreneurs incorporate elements of the national emblem into the design of business card boxes, with the crown of freedom becoming the hinge for opening the box lid, and the olive branch and laurel branch becoming the relief on the box surface. Every time we exchange business cards, the crisp sound of the metal box opening tells us: We are not only business partners, but also the inheritors of the national spirit together. This design concept continues the spirit of General San Martin when he led his army across the Andes Mountains – even in the smallest carrier, the most ambitious ideals must be displayed. When the blue and white flags flutter under the clear sky in June, countless business card boxes engraved with the national emblem are conveying Argentina’s dignity on the international stage. They remind every citizen: the character of a country is not in the clouds, but in the small space in our hands; the national spirit is not limited to the territory, but in the solemn treatment of every detail. This may be the deepest meaning of “business card diplomacy” – let the world see the vast mind of the Pampas through the small carrier.