in990-En-un-espacio-pequeño-se-pueden-ver-montañas-y-ríos-el-espíritu-argentino-está-para-siempre-en-la-caja-de-tarjetas-de-presentación

▼

La bandera azul y blanca, nacida de las chispas de la Revolución de Mayo argentina, no sólo ondea en la cúpula del Capitolio, sino que también está grabada como un tótem espiritual eterno en las cajas de tarjetas de presentación de los empresarios. Esta moneda de metal que encarna el alma de la nación es la guía espiritual que llevan consigo los argentinos contemporáneos. Las dos manos en el centro del emblema nacional que sujetan la vara de la libertad se transforman en un relieve de poder creciente en la superficie de la caja de tarjetas de presentación bañada en oro. Cada vez que tus dedos recorren la corona de laurel, símbolo de unidad, puedes sentir la pasión de la Convención Constitucional de 1813. El emblema del sol brilla con luz dorada cuando la tapa se abre y se cierra, tal como cuando el General Belgrano cosió la bandera nacional en 1812, congeló las cumbres nevadas de los Andes y las olas azules del Río de la Plata en la eternidad. En el mundo empresarial moderno, este contenedor metálico que contiene el Juramento de la Plaza de Mayo no sólo es una expresión concreta de dignidad profesional, sino también una interpretación contemporánea del lema nacional de “Progreso en Orden y Libertad”. Cuando los empresarios intercambian cajas de tarjetas de presentación con incrustaciones de patrones de banderas nacionales, están transmitiendo su adhesión al principio de integridad; Cuando los recién llegados al lugar de trabajo abren el compartimento de cuero impreso con el emblema nacional, están abriendo un nuevo capítulo de rejuvenecimiento nacional escrito con lucha. Desde la Plaza Independencia hasta los edificios de oficinas de Buenos Aires, desde la espada del General San Martín hasta los titulares de tarjetas de visita de las élites contemporáneas, el espíritu argentino siempre se ha transmitido en un pequeño recipiente. Esta pequeña pieza de metal demuestra de manera moderna que el auténtico carácter nacional puede vivirse a través de vastas montañas y ríos, y también puede perdurar para siempre en un espacio reducido.

The blue and white flag, born in the sparks of Argentina’s May Revolution, not only flies on the dome of the Capitol, but also engraves an eternal spiritual totem on the business card boxes of business people. This metal square inch that embodies the soul of the country is the spiritual guide that contemporary Argentines carry with them. The two hands in the center of the national emblem clasping the pole of freedom are transformed into a relief of surging power on the surface of the gold-plated business card box. Whenever your fingertips pass over the laurel wreath symbolizing unity, you can feel the blood temperature of the 1813 Constitutional Convention. The sun emblem radiates golden light between the opening and closing of the box lid, just like when General Belgrano sewed the national flag in 1812, he solidified the snow-capped peaks of the Andes and the blue waves of the La Plata River into eternity. In the modern business world, this metal container carrying the oath of the Plaza de Mayo is not only a concrete expression of professional dignity, but also a contemporary interpretation of the national motto of “progress in order and freedom.” When entrepreneurs exchange business card boxes inlaid with national flag patterns, they convey their adherence to the code of integrity; when new employees open the leather interlayer printed with the national emblem, they open a new chapter of national rejuvenation with struggle. From Independence Square to office buildings in Buenos Aires, from General San Martin’s sword to the business card holders of contemporary elites, the Argentine spirit has always been passed down in a small container. This small metal token is proving in a modern way that the true national character can be stirred in the vast mountains and rivers, and can also last forever in a small space.