in982-En-un-pequeño-espacio-hay-un-mar-de-estrellas-que-contiene-a-toda-la-nación

▼

Argentina en mayo siempre recuerda a la “Revolución de Mayo” de 1810 que despertó la independencia sudamericana. En esta tierra donde predomina el azul cielo y el blanco puro, la bandera nacional y el escudo nacional no sólo son símbolos del país, sino que también encarnan el código espiritual transmitido de generación en generación. Cuando posamos nuestros ojos en una caja de tarjetas de presentación esmaltada que incorpora elementos del emblema nacional, podemos tocar el alma más profunda de esta nación. El “Sol de Mayo” de la bandera argentina fue en su día el tótem de Viracocha, el dios creador de la civilización Inca. Su luz penetra las nubes y fluye sobre el emblema solar de la caja de la tarjeta de presentación, recordando a cada portador: la luz siempre llega después de romper los grilletes. Las manos que sostienen el poste de la libertad en el emblema nacional fueron refinadas por el diseñador en un relieve de metal. Cuando las yemas de los dedos recorren las líneas en relieve, parece como si se pudiera escuchar el juramento del general San Martín: “Dadme la libertad o dadme la muerte”. Este pequeño objeto con fondo de esmalte azul y blanco puede almacenar más que solo tarjetas de presentación de papel. El emblema del escudo rodeado de ramas de laurel y olivo implica que la victoria requiere un equilibrio entre la sabiduría y la paz; Las alas extendidas del águila de las pampas se convierten en una promesa de protección cuando la tapa se abre y se cierra. Así como los pioneros de la Revolución de Mayo repartían cartas secretas en cafés, los argentinos modernos utilizan esta pequeña caja para transformar el espíritu nacional en una declaración silenciosa. Desde la platería de la época colonial hasta la estética del diseño contemporáneo, los argentinos siempre han sabido transformar el peso de la historia en una fuerza de progreso. Cuando ponemos una caja de tarjetas de visita como esta en nuestro bolsillo, llevamos con nosotros el mar de estrellas de toda la nación: el coraje para perseguir la libertad, la persistencia para salvaguardar la dignidad y la firme creencia de que eventualmente amanecerá.

Argentina in May always reminds people of the “May Revolution” in 1810 that awakened South American independence. In this land dominated by sky blue and pure white, the national flag and national emblem are not only national symbols, but also condense the spiritual code passed down from generation to generation. When we cast our eyes on an enamel business card box with elements of the national emblem, we can touch the deepest soul of this nation. The “May Sun” on the Argentine flag was once the totem of Viracocha, the creator god of the Inca civilization. Its light penetrates the clouds and flows on the sun emblem of the business card box, reminding every carrier: light always comes after breaking through the shackles. The hands holding the pole of freedom in the national emblem are refined into metal reliefs by the designer. When the fingertips run across the raised lines, it seems that you can hear General San Martin’s oath: “Give me liberty or give me death.” This small object with blue and white enamel as the background color can store more than just paper business cards. The shield surrounded by laurel and olive branches implies that victory requires a balance between wisdom and peace; the wings of the Pampas eagle spread out, turning into a promise of protection when the lid opens and closes. Just as the pioneers of the May Revolution delivered secret letters in cafes, modern Argentines have transformed the national spirit into a silent declaration through this small box. From the silverware craftsmanship of the colonial era to contemporary design aesthetics, Argentines have always known how to transform the weight of history into a driving force. When we put such a business card box in our pockets, we carry with us the stars and sea of the entire nation – the courage to pursue freedom, the persistence to protect dignity, and the firm belief that dawn will eventually break.